Sunday, September 4, 2016

# A summer delight # TRAVEL TIME #

Ese día se despertó porque el sol ya se había levantado y le daba en la cara latigazos de luz que hacían imposible que mantuviera los ojos cerrados y siguiera soñando realidades que no eran la sombra de lo que su subconciente esperaba.
Se levantó, y como estaba de vacaciones en Italia, decidió tomar un café (la moka ya estaba resoplando desde la hornilla) vestirse con su camiseta favorita (una camiseta negra roída) y salir a la calle a pasear.
Italia tiene un encanto especial durante el verano.La luz es muy intensa, el cielo muy azul y parece más infinito que en otros lugares, más alto, más real. El mármol blanco hacía que los reflejos se esparcieran entorno a él, que le envolvieran en un abrazo cálido que recordaba mucho el abrazo de una madre.
Se dio cuenta al pasear por las calles todavía vacías que tan solo con mirar hacia arriba era posible descubrir desde el aire las raíces, la historia, el paso del tiempo, traumas de un pueblo ahora moderno y tradicional, moderno y pintado de caras que provenían de muchos lugares diferentes y que poco a poco se mezclaban a las caras de los habitantes del lugar, tradicional, de  gente en una lucha diaria para llegar a conseguir una convivencia equilibrada.  Entendió que mirar hacia arriba desde abajo le hacía sentir mucho mejor que mirar desde arriba hacia abajo (se había acostumbrado al ritmo de los cabizbajos y le costaba levantar cabeza), de pronto descubrió (epifanía Joyciana) que esos lugares de Italia le estaban ofreciendo algo que otros lugares le negaban a diario, simples vistas de exteriores, calles, edificios, sonrisas, que se reflejaban gracias a la luz en los frágiles cristales de su mundo interior, tendiéndole la mano para acompañarle, encaminarle por una ruta que nunca debía haber abandonado.
Un paseo y la mañana, le devolvieron las ganas de mirar las cosas con perspectiva.
Se sentó en una terraza, tomó otro café, miró arriba, miró las paredes de un edificio, se le apareció un recuerdo de su infancia, la belleza abrumadora de la simpleza le llenó de alegría.
Pasó el camarero le sonrió y le preguntó ¿tomas algo más?

A su vez sonrió, y contestó: no, con esto tengo lo suficiente para seguir viviendo, gracias.